viernes, 1 de marzo de 2013

Soy como un mecanismo simple, un cigarro, o me fumas o me apagas, pero no me dejes aquí varado en la curva de tu boca, consumiéndome. Y sé que cuando siempre estás huyendo quedarse es el mayor de los retos, o que los perros viejos no debéis enamoraros de los gatos callejeros, o yo que sé. Pero de lo que estoy muy seguro es de que yo ya estoy harto de tantos excesos, borracho de tantos besos extranjeros. Quiero un café caliente por la mañana, y tú tras su humo, como flotando. Me apetece tenerte los lunes en mi cama, los martes en mi colchón, los miércoles en mi espalda... o que seas la razón de los pliegues de mi sonrisa. Que los dos empañemos con el incendio de nuestros cuerpos desesperados todos los espejos o que nos quedemos tan eclipsados, tan ausentes, tan silenciosos que sólo con mirarnos lo descifremos todo. Y es que todos buscamos ese roce imperfecto que lo desordene todo y hay algo en ti que consigue explicar todo el caos que guardo dentro.