viernes, 26 de julio de 2013

Juguetes de plástico, sensuales ciudades rubias de cemento que reclaman almas descarriadas, sin estrellas, llenas de aceras encharcadas y paredes agujereadas que no cesan de sangrar; gatos encallados en los tejados, siempre inmóviles, reyes de las majestuosas alturas; chimeneas apresuradas escupiendo a traición; árboles corrompidos aspiran a bocanadas el humo del tabaco de los efímeros humanos, los que ya no estarán; y a mi alrededor sólo labios doloridos aguantando las ganas de desgastarse, siempre a punto de gritar, porque sólo hay prisa, fragancias prisioneras en frascos de cristal, brújulas que nunca paran de girar buscando un rumbo, una puta dirección, las saetas del reloj estancadas, sentimientos de papel y amores de cartón. Y claro, luego siempre llueve.

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